La carrera de Oscar Torres es un ejemplo claro y puro de que la constancia, el trabajo y el esfuerzo es premiado en el deporte y en la vida misma. El jugador caraqueño, aún activo en la LPB con Marinos de Anzoátegui, celebra el aniversario número 15 de su estreno en la NBA.
La humildad caracteriza a Torres. “Constancia, dedicación y esfuerzo”, así define su carrera vía telefónica a quien le tocó ir siempre contra la corriente, afrontar la barrera del idioma y la opinión que se tenía del jugador venezolano. A pesar de todo eso desde el barrio Los Sin Techos en el Cementerio, creció y surgió el segundo NBA en la historia del país.
“Son grandes momentos de mi carrera que siempre recordaré con mucho cariño”. El 30 de octubre de 2001 con el uniforme de los Rockets de Houston y frente a los Hawks de Atlanta, el basquetero que hoy cuenta con 39 calendarios pisó el tabloncillo del extinto Compaq Center de Houston por un minuto para materializar el sueño de todo jugador de baloncesto.
“Sigo trabajando con la misma entrega de aquellos años”, afirmó Torres quien pasó por varios campamentos de la NBA y donde ojeadores se enamoraron de su excelso disparo de media y larga distancia, de su capacidad rebotera y de su intensidad en defensa.
Ese trabajo se vio reflejado con el contrato logrado con los Rockets donde pasó 65 partidos, todos en la zafra 2001-2002. Luego en la 2002-2003 jugó 17 choques con el uniforme de los Warriors de Golden State.
En total acumuló 82 encuentros en la mejor liga del mundo (13 de ellos como titular) donde promedió 14.4 minutos, 5.4 puntos, 1.4 rebotes y 0.5 asistencias.
“Lograr llegar a la NBA me abrió las puertas para seguir haciendo carrera a nivel internacional. Es la vitrina más grande”. Y vaya que fue así, pues el caraqueño jugó en Italia, Rusia, Turquía y España, ligas que son reconocidas y cuyas selecciones pertenecen a la élite mundial.
Eso sucedió entre 2003 y 2009 y nunca abandonó su casa: Marinos. “Siempre me gusta jugar en mi país. Me gusta estar en Venezuela”, sentenció Torres.
Hoy celebra 15 años de su debut en la NBA, pero vendrá más de una imborrable gesta que se construyó en el barrio Los Sin Techos de Caracas y que jamás se borrará de los anales del deporte venezolano.
La humildad caracteriza a Torres. “Constancia, dedicación y esfuerzo”, así define su carrera vía telefónica a quien le tocó ir siempre contra la corriente, afrontar la barrera del idioma y la opinión que se tenía del jugador venezolano. A pesar de todo eso desde el barrio Los Sin Techos en el Cementerio, creció y surgió el segundo NBA en la historia del país.
“Son grandes momentos de mi carrera que siempre recordaré con mucho cariño”. El 30 de octubre de 2001 con el uniforme de los Rockets de Houston y frente a los Hawks de Atlanta, el basquetero que hoy cuenta con 39 calendarios pisó el tabloncillo del extinto Compaq Center de Houston por un minuto para materializar el sueño de todo jugador de baloncesto.
“Sigo trabajando con la misma entrega de aquellos años”, afirmó Torres quien pasó por varios campamentos de la NBA y donde ojeadores se enamoraron de su excelso disparo de media y larga distancia, de su capacidad rebotera y de su intensidad en defensa.
Ese trabajo se vio reflejado con el contrato logrado con los Rockets donde pasó 65 partidos, todos en la zafra 2001-2002. Luego en la 2002-2003 jugó 17 choques con el uniforme de los Warriors de Golden State.
En total acumuló 82 encuentros en la mejor liga del mundo (13 de ellos como titular) donde promedió 14.4 minutos, 5.4 puntos, 1.4 rebotes y 0.5 asistencias.
“Lograr llegar a la NBA me abrió las puertas para seguir haciendo carrera a nivel internacional. Es la vitrina más grande”. Y vaya que fue así, pues el caraqueño jugó en Italia, Rusia, Turquía y España, ligas que son reconocidas y cuyas selecciones pertenecen a la élite mundial.
Eso sucedió entre 2003 y 2009 y nunca abandonó su casa: Marinos. “Siempre me gusta jugar en mi país. Me gusta estar en Venezuela”, sentenció Torres.
Hoy celebra 15 años de su debut en la NBA, pero vendrá más de una imborrable gesta que se construyó en el barrio Los Sin Techos de Caracas y que jamás se borrará de los anales del deporte venezolano.
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