La práctica más concurrida de la temporada ocurrió este miércoles.
Johan Santana era el protagonista, y tanto el cuerpo técnico del Magallanes como la directiva y los jugadores estaban en el José Bernardo Pérez. Ni el sol carabobeño de mediodía espantó a quienes, expectantes, fueron a ver el último paso del “Gocho” antes de su regreso.
“Todo ha sido excelente”, dijo el merideño, que quedó listo para abrir el martes, contra Tigres de Aragua. “Me sentí muy bien. El trabajo fue bueno y sin duda estoy más a tono”.
Santana, que no lanza un juego real desde 2012, simuló tres innings con 43 pitcheos y formó batería con Gustavo Molina. Sus rivales fueron Carlos Maldonado, Luis Núñez y Eduard Pinto. Sumó dos ponches.
“Johan lució como si hubiese jugado desde hace un par de meses, por la localización de sus pitcheos”, dijo el coach de lanzadores, Roberto Espinoza, que guió el trabajo del zurdo. “Cuando se ponía de acuerdo con el catcher, lanzaba el pitcheo ahí”.
Después de enfrentar a bateadores, Santana ensayó las jugadas defensivas de los lanzadores, bajo la supervisión de Espinoza. Y al finalizar la jornada, el cuerpo técnico se convenció de que está listo para enfrentar a Tigres el martes.
“Lo primero es regresar. Lo que deseo es tener esa posibilidad de hacer lo que me gusta, que es lanzar y competir”, dijo el pitcher, que no lanza en Venezuela desde la final de la campaña 2001-2002, precisamente contra Aragua.
“Creo que es casualidad”, sonrió Santana, sobre el chance de enfrentar al mismo equipo que encaró en su última apertura en Venezuela. “Recuerdo que esa vez lancé contra ellos y fue uno de los momentos más bonitos que he vivido en mi carrera porque fue en la final y la ganamos. Pero ahora esto es como comenzar de nuevo”.
La diferencia en este renacer es que ya no tiene 22 años de edad, sino 35; y en sus alforjas hay dos Cy Young, 139 victorias y el recuerdo de haber sido el mejor pitcher de MLB durante un lustro. Además, su hombro pasó dos veces por el quirófano, igual que el codo; la rodilla también visitó la sala de operaciones y el desgarro en el talón de Aquiles que sufrió en junio también requirió de bisturí. Pero él se opuso, con la tozudez de los andinos, a dejar el beisbol así, lastimado.
“Mi enfoque es regresar y ayudar al Magallanes”, concluyó el serpentinero. “Todavía tengo las ganas y la ilusión”.
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Johan Santana era el protagonista, y tanto el cuerpo técnico del Magallanes como la directiva y los jugadores estaban en el José Bernardo Pérez. Ni el sol carabobeño de mediodía espantó a quienes, expectantes, fueron a ver el último paso del “Gocho” antes de su regreso.
“Todo ha sido excelente”, dijo el merideño, que quedó listo para abrir el martes, contra Tigres de Aragua. “Me sentí muy bien. El trabajo fue bueno y sin duda estoy más a tono”.
Santana, que no lanza un juego real desde 2012, simuló tres innings con 43 pitcheos y formó batería con Gustavo Molina. Sus rivales fueron Carlos Maldonado, Luis Núñez y Eduard Pinto. Sumó dos ponches.
“Johan lució como si hubiese jugado desde hace un par de meses, por la localización de sus pitcheos”, dijo el coach de lanzadores, Roberto Espinoza, que guió el trabajo del zurdo. “Cuando se ponía de acuerdo con el catcher, lanzaba el pitcheo ahí”.
Después de enfrentar a bateadores, Santana ensayó las jugadas defensivas de los lanzadores, bajo la supervisión de Espinoza. Y al finalizar la jornada, el cuerpo técnico se convenció de que está listo para enfrentar a Tigres el martes.
“Lo primero es regresar. Lo que deseo es tener esa posibilidad de hacer lo que me gusta, que es lanzar y competir”, dijo el pitcher, que no lanza en Venezuela desde la final de la campaña 2001-2002, precisamente contra Aragua.
“Creo que es casualidad”, sonrió Santana, sobre el chance de enfrentar al mismo equipo que encaró en su última apertura en Venezuela. “Recuerdo que esa vez lancé contra ellos y fue uno de los momentos más bonitos que he vivido en mi carrera porque fue en la final y la ganamos. Pero ahora esto es como comenzar de nuevo”.
La diferencia en este renacer es que ya no tiene 22 años de edad, sino 35; y en sus alforjas hay dos Cy Young, 139 victorias y el recuerdo de haber sido el mejor pitcher de MLB durante un lustro. Además, su hombro pasó dos veces por el quirófano, igual que el codo; la rodilla también visitó la sala de operaciones y el desgarro en el talón de Aquiles que sufrió en junio también requirió de bisturí. Pero él se opuso, con la tozudez de los andinos, a dejar el beisbol así, lastimado.
“Mi enfoque es regresar y ayudar al Magallanes”, concluyó el serpentinero. “Todavía tengo las ganas y la ilusión”.
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